Diario de viaje a Peru. Dia 4 parte 1. Descenso del Abra Malaga en bici
Teóricamente en mi 4º día me buscaban en mi hotel a las 7 de la mañana para empezar el Inka Jungle. Y digo teóricamente porque no serían las 8 de la mañana y no me buscaron en el hotel sino que tuve que acudir a la plaza San Blas (está al lado). Aun así a las 9 de la mañana estaba ya montando en una furgoneta y rumbo hacia el Abra Malaga, aunque paramos en Ollantaytambo para desayunar tranquilamente.
La subida hasta el Abra Malaga en la furgoneta, además de bastante peligrosa por las curvas de la carretera, es preciosa. Se sube desde los 2700 metros de Ollantaytambo hasta los más de 4000 metros del Abra Málaga, y en menos de una hora. Allí en la furgoneta fui conociendo ya a algunos del grupo de unas 20 personas que realizaríamos el Inka Jungle juntos. Una chica coreana, una chica canadiense, otra chica de Budapest y un chico de Australia (de esos casos que dan envidia sana cuando te cuentan su viaje, porque llevaba unos cuantos meses por Sudamérica). Por cierto, como anécdota, el chofer que conducía la furgoneta un crack. Subimos desde Ollantaytambo hasta arriba a golpe de Isabel Pantoja, entre otras anécdotas. Una pena que en cuanto nos dejó unas horas más tarde en Santa Maria se volvió a Cuzco.
Arriba del Abra Málaga (como según me dijeron es lo habitual) cubierto de niebla así que bajamos unos pocos metros hasta que se despejo la niebla. Allí nos dieron el equipamiento (bastante completo. Guantes, protección de espalda, de rodillas y espinilla, casco integral para casi todos), las bicis (bastante bien casi todas, llevan algunos kilómetros encima pero son bastante buenas. Todas con suspensión delantera), una serie de consejos, y para abajo.
El primer tramo es quizás el más complicado, especialmente para los que tienen menos experiencia en bici de montaña como era mi caso. El descenso entero es asfaltado, pero debido a la ligera llovizna que caía al principio, y a que con la niebla no se veía el sol, hasta pasada la mitad del descenso se baja con el asfalto mojado. Esto unido a que con los frenos mojados la bici no frena ni mucho menos en seco, hace que sea aconsejable tomarse con calma la primera parte, hasta que se coja algo de confianza. Aun así muy divertido, y dado que cada uno puede ir a su ritmo, que yo me enterara ninguna caída ni atropella ni nada parecido en todo el grupo.
Hacia la mitad se para en un punto panorámico (al que por cierto llegue de los últimos) con unas vistas acojonantes. La niebla al ir bajando ya estaba casi despejada así que afortunadamente ya era posible distinguir las vistas de todo el valle y de lo que quedaba de bajada. Un rato para echar fotos tranquilamente, para que harían algún arreglo a alguna bici que iba peor, y a por la segunda parte.
La segunda parte de la bajada es si cabe más entretenida. Prácticamente nada más empezar se seca el asfalto por lo que se pueden tomar las curvas a mayor velocidad si cabe (aunque me lleve un pequeño susto en una curva que estaba mojada). Además de eso, en este segunda parte se cruzan unos cuantos riachuelos de hasta media rueda de hondo alguno de ellos, que cruzan por en medio de la carretera (y normalmente en plena curva, produciéndose una pequeña subida justo después de la curva debido al riachuelo). Bastante divertido, aunque eso sí, si ya estabas empapado los riachuelos acaban por terminar de calarte. En mi caso los pies es lo único que llevaba seco gracias a las botas de monte y fue pasar el primer riachuelo y pasar el agua por encima de la bota y por ello llenarse la bota de agua. Al final saque un litro de agua por calcetín.
Al final llegas a un pequeño pueblo con una tiendita. Un rato para quitarse el equipaje, tomarse una cerveza que sabe realmente a gloria bendita después de las 3 horas de diversión, secarse un poco los calcetines, y para Santa Teresa en furgoneta (está a 15-20 minutos de allí, pero dado que ya la carretera es llana es preferible ir en furgoneta).
Aun así ahí no acababa las emociones por dicho día. En la próxima entrada seguimos con más.
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