Diario de viaje a Perú. Día 7 parte 2. Machu Picchu
Después de salir del Huayna Picchu estuve descansando en la entrada un poco porque estaba medio deshidratado. A la salida a recoger la comida (y esconderla en la mochila para poder entrarla) y a por otro botella de agua (a precio de oro por cierto) y a disfrutar tranquilamente del Machu Picchu.
El recinto en si es enorme así que estuve disfrutando de él y sacando cientos de fotos con muchísima paciencia y tranquilidad, porque de verdad que merece la pena. Allá por donde vas cada poco encuentras detalles que no te habías dado cuenta en una anterior pasada por ese mismo sitio, y te pierdes 20 veces ya que el lugar es un laberinto.
Recomiendo sobre todo subir hasta la Caseta del Guarda, el lugar con la mejor vista del Machu Picchu, a relajarse un rato. En mi caso aproveche un rato para además de sacar bastantes fotos desde allí comer tranquilamente. Estuve intentando sacar el típico time lapse del Huayna Picchu con las nubes pasando por delante pero llega bastante tarde y ya no había demasiadas nubes, así que fue imposible.
Si se tiene fuerzas para ello (hay una cuesta importante hasta allí) podemos ver el lugar desde el que entra el Camino Inka (o Inka Trail) o el Puente Inka (un puente formado por dos troncos en un angosto camino empedrado)
Después de eso me encontré con los amigos italianos y brasileños del Inka Jungle y estuve las últimas horas del día con ellos. A última hora del día es cuando más a gusto se está en el Machu Picchu ya que la cantidad de gente es bastante menor que durante la mañana. Por ello recomendaría tomarse el día con mucha calma. Desde que se llega al Machu Picchu (en mi caso las 7 de la mañana) hasta que cierran hay muchas horas, y es preferible ir viendo las cosas con calma y sin cansarse demasiado para no estar cansado al final de la tarde cuando menos gente ahí en el recinto. Finalmente hacia las 4-4:30 iniciábamos el camino hacia Aguascalientes.
La bajada se hace un poco pesado por la duración (una hora hasta Aguascalientes aproximadamente) pero supone poco esfuerzo físico. Hacia las 6-6:30 estábamos ya en Aguascalientes. Normalmente estaría sin hotel, pero afortunadamente los italianos se quedaban una noche más en Aguascalientes, así que aproveche a ducharme y a echarme un rato.
Aun aprovechamos la tarde para cenar algo (una patata asada en el mercado local y un bocadillo) y hacia las 10 de la noche ya estaba montado en el tren de regreso a Cuzco. Para hacerlo barato nos tocaba hacer trasbordo en Ollantaytambo y desde allí en furgoneta (te esperan a grito pelado con un cartel para que no te pierdas a Cuzco). Afortunadamente ambos viajes me los pase dormido porque desde las 5 de la mañana que llevaba en pie…
Finalmente a las 2 de la mañana llegaba a Cuzco, bajo una lluvia bastante intensa. Corriendo hasta el hostel donde me había alojado los días que había estado en Cuzco, y afortunadamente tenían una cama libre en la habitación compartida, así que a dormir y descansar, que después de 4 días muy cansados (e increíbles) ya apetecía
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